Marcha Idiopática de Puntillas.

La Marcha idiopática de puntillas se ha convertido en un término general para incluir a todos aquellos niños que caminan de puntillas sin tener una condición médica subyacente que pueda explicarlo. Es un trastorno de marcha muy común en los primeros años de vida que afecta aproximadamente a un 5% de los niños/as.

La mayoría de los niños empiezan a caminar entre los 12 a 14 meses y suelen hacerlo apoyando completamente la planta del pie en el suelo. Sin embargo, algunos niños comienzan a caminar apoyando únicamente la punta de pie. 

Este patrón normalmente desaparece de 3 a 6 meses después de haber aprendido a caminar, cuando la marcha madura y el niño pasa a contactar el pie con el suelo a través del talón, por lo que en muchos casos este patrón de marcha en puntitas desaparece por completo sobre los 2 años de vida.

En aquellos casos en los que este patrón persiste más allá de los 2 años de edad, es cuando se etiqueta como marcha en puntitas idiopática.

Los niños que siguen marchando de puntillas después de los primeros años, por lo general, lo hacen por costumbre. Si el niño crece y se desarrolla de forma normal, probablemente marchar de puntillas no sea una causa de preocupación.

No obstante, marchar de puntillas en algunos casos puede ser consecuencia de determinadas enfermedades, incluidas parálisis cerebral, distrofia muscular y trastorno del espectro autista. Para descartar cualquier patología, es necesario realizar una evaluación neurológica, musculoesquelética y cognitivo-conductual exhaustiva.

La evaluación por parte del Neuropediatra dependerá principalmente del hallazgo de algún signo de alarma en la historia clínica o en la exploración al paciente:

  • Acortamiento del tendón de Aquiles.
  • Signos de afectación neuromuscular: debilidad muscular (dificultad para ponerse de pie, subir o bajar escaleras, intolerancia al ejercicio, etc.), atrofia, intolerancia al ejercicio.
  • Signos de afectación cerebral o medular: aumento del tono muscular (espasticidad), aumento de reflejos osteotendinosos, rigidez muscular.
  • Trastorno del neurodesarrollo asociado: retraso en el área del lenguaje, trastorno socio comunicativo sugestivo de TEA, etc.

En la mayoría de los casos no es necesario realizar ningún tratamiento médico, suele bastar con terapias físicas dirigidas al estiramiento de los flexores plantares con o sin ortesis, para aumentar progresivamente la dorsiflexión.

Si realizamos estos tratamientos cuando aún existe un buen rango de movimiento y el niño es capaz de hacer una dorsiflexión activa del pie por encima de la posición neutra (>90º), los resultados suelen ser excelentes y es poco probable la necesidad del tratamiento quirúrgico.

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