Las personas con TEA tienen todos sus sentidos mucho más sensibles, lo que sumado a la frustración que les origina el no poder entender determinadas situaciones y comunicar sus necesidades a los demás puede originar sobre todo dos tipos de reacciones: la rabieta o la estereotipia, aunque también nos podemos encontrar con autolesiones, ecolalias, o autoestimulaciones.
Las estereotipias son movimientos no propositivos y repetitivos (sin sentido, sin propósito o sin finalidad concreta, que no parecen servir para ninguna otra función que la gratificación sensorial), que siguen un repertorio particular propio de cada individuo y que se presentan bajo un patrón temporal variable, transitorias o persistentes, ocurren en algunos niños con TEA y también con otros cuadros neurológicos, y son habituales como medio para calmarse o demostrar que están entusiasmados.
Algunos ejemplos de estereotipias son el balanceo, la agitación de manos o aleteo, el tarareo, las palmadas, la manipulación de un objeto y saltar hacia arriba y hacia abajo.
Los movimientos estereotipados presentan otras características:
- Ocurren solamente en vigilia, es decir mientras el niño está despierto
- Su duración es variable
- Son recurrentes.
- Pueden cesar si se distrae al niño, se proporciona algún estímulo sensorial o se le cambia de actividad.
Es recomendable trabajar estos comportamientos por las siguientes razones:
- Interfieren con la atención. Cuando una persona se centra en la estereotipia, su atención se enfoca en este comportamiento que está teniendo y la persona no procesa información importante, interviniendo en el aprendizaje.
- Son altamente reforzantes y hacen menos atractivos los refuerzos que se les puede ofrecer externamente de cara a alcanzar otro tipo de conductas más adaptativas.
- Afectan a las relaciones sociales.
Como cualquier problema de comportamiento, existen varias estrategias que se pueden emplear para contrarrestar este tipo de comportamiento:
Intentar orientar su atención: Cuando comience el episodio de estereotipias, intenta captar la atención del niño con otra cosa. Por ejemplo, si agita las manos o da palmadas, puedes ofrecerle algo que se las mantenga ocupadas. Si le gusta saltar, sal a dar un paseo a buen ritmo. Intenta llevar contigo alguno de sus objetos o juguetes preferidos para que pueda servir de distracción si llegas a necesitarlo.
Proporciona un momento específico de estimulación: Dedica un “momento de estereotipias” dentro de la rutina diaria del niño, enséñale cuándo, dónde y durante cuánto tiempo hacerlo. Esto ayudará a reducir la “estimulación” inadecuada. Por ejemplo cuando tenga sobrecarga sensorial puedes proporcionarle entre 10 y 15 minutos de estimulación. Un buen momento podría ser después del colegio, tras una actividad extraescolar o después de realizar alguna otra actividad.
Intenta reducir los elementos estresantes de su entorno: Muchas veces los comportamientos repetitivos son provocados por situaciones que estresan al niño, debes conocer lo que le pone nervioso e intentar minimizarlo en su entorno. Eliminar las cosas que le estresan reducirá su necesidad de estimulación.