Se usa el término “los terribles dos años” para describir los cambios que los padres generalmente observan en los niños de esta edad. Cambios rápidos en el humor, la conducta y la dificultad de lidiar con el niño, se vuelve parte del día a día; el bebé comienza a adquirir autonomía, tiende a querer imponer sus deseos y en su vocabulario se ha instalado el ‘no’. Esta etapa puede comenzar un poco antes, alrededor de los 18 meses, y puede extenderse hasta los 4 años.
Los niños recurren a las estrategias más desesperantes para llamar la atención de los padres como llorar, hacer berrinches, tener pataletas, pegar gritos, golpear o incluso morder… Probablemente ni el mismo niño sepa que le ocurre, aunque esto nos sorprenda, es completamente NORMAL Y ESPERADO ya que los peques no poseen aún la capacidad de controlar sus impulsos, por eso son tan susceptibles a reaccionar físicamente.
Sabemos que es una fase pasajera, pero que resulta desesperante y agotadora para los padres, sin embargo, sí hay ciertas actitudes y comportamientos que podemos tener con el niño para que aprenda a controlarse y esos terribles dos años sean un poco menos terribles. Pero OJO…Esto no significa que no se deba intervenir, corregir la conducta y colocar límites.
- CALMA: Procura mantener la calma y observar tu respuesta ante la situación. Si te alteras, gritas y golpeas no haces más que afianzarle el modelo de manejo emocional a tu hijo(a). Si no puedes distraerlo(a), ignóralo(a).
- ANTICIPA: Lograr anticipar las situaciones que sabes que lo detonan será una herramienta salvavidas.
- REGLAS: Coloca límites y brinda consecuencias lógicas. Si el niño realiza una acción que pueda dañar a otro, explícale lo que hace y que puede volver a la actividad sólo si deja de hacerlo.
- EJEMPLO: Enséñale comportamientos adecuados: enséñale a pedir las cosas, a compartir, a esperar el turno y a pensar en opciones ante diversas situaciones.
- CONSTANCIA: Se constante. Siempre que sea posible, responde a cada episodio de agresividad de la misma forma que lo hiciste la última vez. Al responder de forma predecible, enfatizas un patrón que tu hijo(a) aprenderá a reconocer y a esperar.
- EMPATÍA: Enséñale conductas reparatorias, que entienda que tiene que pedir disculpas tras haberle hecho daño a alguien y que tenemos que hacer cosas para resarcir nuestra conducta (recoger el desorden, limpiar lo que ensuciamos).
- RECOMPENSA: Recompénsalo(a) SÓLO por su buen comportamiento. En lugar de darle tu atención solo cuando se comporte mal, procura notar y hacerle ver cuando se está portando bien y por qué.
¡Esta es la recomendación más importante!.
Al entender los cambios por los que está pasando tu hijo(a), será más fácil sobrepasar esta difícil etapa.
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